Mal de escuela aborda la cuestión
de la escuela y la educación desde el punto de vista de los malos alumnos, lo
que él mismo llama zoquete, un alumno que fracasa en el colegio, que saca malas
calificaciones, que no logra comprender. Su experiencia como profesor, le ayuda
a comprender al alumno, a ver el punto de vista de quien está al otro lado.
El libro trata casi de una autobiografía, nos cuenta los problemas de aprendizaje que tuvo en la escuela, nos habla del "zoquete" que era y como a lo largo de su vida educativa hubo 4 profesores que marcaron su vida. Grandes profesores por vocación que marcaron un antes y un después, una transformación que le ayudó a convertirse en un gran profesor y un magnifico novelista.
El libro trata casi de una autobiografía, nos cuenta los problemas de aprendizaje que tuvo en la escuela, nos habla del "zoquete" que era y como a lo largo de su vida educativa hubo 4 profesores que marcaron su vida. Grandes profesores por vocación que marcaron un antes y un después, una transformación que le ayudó a convertirse en un gran profesor y un magnifico novelista.
El autor nos habla en su libro de
cómo los profesores, en muchos casos, se lavan las manos relegando la culpa en
los antiguos profesores que ese alumno tuvo en anteriores cursos, diciendo que
al alumno “le falta base”, pero según Pennac, el fracaso es el del profesor que
prefiere pensar que ese niño no sirve para estudiar y dejarle de lado. Con este
tipo de estudiantes, que por la única razón de que siempre han sacado malas
notas los profesores no hacen nada para cambiarlo, los dejan de lado, los
apartan de las actividades del resto de la clase, Pennac nos sugiere que los
profesores les deberían tener muy en cuenta, dedicándole la misma o incluso más
atención que a los que tienen buen rendimiento. Como consecuencia de las
actitudes de quienes deberían ayudarle (padres, profesores, y por qué no, el
círculo de amistades) la mayoría de las veces llega a abandonar, convencido de
que estudiar no es para él, momento en el que los esfuerzos que ese alumno
debería emplear en estudiar e intentar salir de esa zoquetería, se le van en
buscar excusas que le justifiquen ante sus padres y profesores día tras día las
malas notas o la no realización de los deberes.
La solución que podemos ver en el libro, una serie de recursos para atender al alumno zoquete,
al que fracasa, al que no comprende, abriendo un estrecho vínculo entre el
profesor y el alumno y realizando por así decirlo, tareas especiales para con
este alumno, de manera que pueda sacar a la luz sus ideas y pensamientos de una
manera diferente. Y muy de acuerdo con Pennac, lo que el profesor tiene que
tratar de averiguar es cuál es la metodología apropiada para cada uno.
REFLEXIÓN PERSONAL
En mi opinión, ha sido, uno de
los libros más complicados de leer por su manera de ser narrado per a la vez también
uno de los que más me ha hecho aprender.
Me han gustado todas las
experiencias que nos cuenta el protagonista de la obra, sobre todo a la hora de
valorar a nuestros niños y niñas. Cada sujeto tiene un infinito repertorio de
posibilidades dentro de sí. Y es tarea de los maestros y maestras potenciarla
para sacar el máximo de las personas. Por otro lado, me ha gustado mucho que
nos hablara de su infancia, ya que con su experiencia vivida y sufrida
directamente ha sabido qué hacer y qué no hacer con sus estudiantes. Es difícil
que un “zoquete” acabe llegando tal alto… supongo que por eso, nuestro autor
querrá reflejar este aspecto de tal manera que nos haga llegar a los lectores
y, especialmente, a los profesores y profesoras, la importancia de no abandonar
nunca a nuestros niños, la necesidad de estar pendientes de ellos para guiarles
por el camino correcto.
Para terminar, me gustaría añadir
un párrafo del libro que me ha gustado mucho y podemos decir que es el sello de
identidad que el autor quiere dar a conocer.
“…no es que se interesaran por mí más que por los otros, no. Tomaban en
consideración tanto a sus buenos como a sus malos alumnos y sabían reanimar a
los segundos el deseo de comprender…
…acompañaban paso a paso nuestros esfuerzos, se alegraban de nuestros
progresos, no se impacientaban por nuestras lentitudes, nunca consideraban
nuestros fracasos como una injuria personal y se mostraban con nosotros, de una
exigencia tanto más rigurosa, cuanto estaba basada en la calidad, la constancia
y la generosidad de su propio trabajo...”
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